It's time


Recuerdo que una de las principales preocupaciones de Eva, allá por octubre, en las reuniones para preparar esta última fase, era que íbamos a trabajar en un "proyecto en el tiempo". Más allá de las consideraciones técnicas que eso supone (formas y herramientas de trabajar distintas, diferente gestión de recursos), la carga emocional que le añade es grande, aunque supongo que cada uno la habrá llevado como ha podido. Hablo de la incertidumbre, de lo vertiginoso y, por qué no, de lo efímero que podría haber sido todo esto si no ganábamos. Es decir, el caldo de cultivo perfecto para la decepción.
En enero nos llegó un calendario de regalo y Ana lo puso en la pared, para visualizar los momentos clave. Cada par de semanas iba tachando los días que habían transcurrido, y lo hacía con alegría. Yo no dejaba de ver, sin embargo, la paradoja de alegrarse por el paso del tiempo, cuando toda mi vida va en la dirección contraria: no quiero que pasen los días. Pero ahí estaba el calendario, señalando con cada tachón que, desde ayer, han pasado seis meses.


 

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